Repensando el turismo: Overtourism y flujos turísticos

Artículo escrito por Sandra Navarro.
Muchos pensaron que la pandemia sería un catalizador reflexivo para cambiar las fórmulas turísticas, revertiendo el “cuánto más mejor” por “el umbral óptimo”, ¿se ha conseguido?
Antes de 2020, entre 2016 y 2019, surgió en ciudades como Venecia o Barcelona el fenómeno denominado “turismofobia“, los residentes y vecinos alzaron sus voces reivindicando que la fórmula “cuánto más mejor” estaba impactando de una manera negativa en sus vidas debido, principalmente, al aumento de los precios de la vivienda, al uso turístico del parque de viviendas residencial, a la tematización de los nodos más singulares y a la dificultad en combinar y equilibrar el uso cotidiano-rutinario del residente con el uso esporádico y de ocio del visitante.
El autor Claudio Milano señaló en un estudio científico publicado en 2018 que “la democratización del turismo y el incesante aumento de visitantes a nivel global han amplificado indudablemente la percepción y el despertar del malestar en torno a la dependencia y la especialización de las economías internas hacia lo que podría definirse como monocultivo turístico”. Por tanto, el ideario de que el éxito turístico radicaba en superar cada año el número de turistas y que ello generaba mayor beneficio para los destinos, se estaba poniendo en duda por parte de la sociedad civil.
Ciudadanía, medios de prensa y comunicación, y actores turísticos comenzaron a debatir y reflexionar sobre términos como la turistificación, gentrificación y masificación, identificándolos como los grandes retos que debían afrontar los destinos.
No obstante, en marzo de 2020, todo se paralizó y el único aspecto prioritario a combatir era la Covid-19. El debate sobre la turistificación y la masificación desapareció. El 2020 nos dejó imágenes impactantes como ciudades vacías y puntos de interés turístico desiertos. Durante un breve período de tiempo dejamos respirar a los espacios naturales y les dimos intimidad a los monumentos que siempre son observados… Los más optimistas pensaban que ese período también serviría para repensar el modelo turístico y apostar por un modelo equilibrado, poniendo el foco en la óptima gestión de los flujos turísticos, pero la rueda ha vuelto a girar, los aviones a volar, los barcos a navegar y, las personas a viajar.
La necesidad del disfrute del ocio a través del turismo ha sido tan ansiada que los flujos vuelven a sus números. Durante el periodo que convivimos con restricciones de movilidad (finales del 2020 y 2021), explosionó el turismo de proximidad que conllevó, en algunos espacios, situaciones de masificación.
Desde Albasud alertaron que los espacios naturales, como la Garrotxa (Girona), estaban sufriendo situaciones de hiperfrecuentación puntual, mismo ejemplo que la Sierra de Guadarrama o Cabañeros que recibieron un 30% más de visitantes que en 2019. Dos años después de la irrupción de la Covid-19, la vuelta a la normalidad es una realidad, las ciudades vuelven a estar repletas de ojos foráneos y, en verano, las playas han recobrado su imagen de sombrillas y hamacas donde no cabe un alfiler… Como informó RTVE a finales de julio.
Y, ¿por qué se han producido estas situaciones? Principalmente, porque ha primado la estrategia de reactivar la economía mediante el fenómeno turístico, cuyo fruto ha dado resultado. El informe Smart Observatory 2022, elaborado por PwC y la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), señala que el sector turístico español roza la recuperación en verano 2022 con un índice de 0,95 puntos respecto a los datos de 2019. El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo también ha reflejado que España recuperó en julio 9 de cada 10 turistas internacionales de 2019, alcanzando el 92% de las llegadas del mismo mes de 2019 y que, el gasto turístico alcanzó en mayo el nivel prepandemia.
Por tanto, en datos económicos, el sector turístico parece haberse recuperado. No obstante, retomar la concepción del turismo como una actividad únicamente económica, no es la clave a futuro, sino que ha sido un parche inevitable para reactivar el consumo. Tal y como publicó Hosteltur en mayo de 2022, “la turistificación y la turismofobia regresan como fantasmas del pasado” y es que es indispensable meditar qué turismo queremos y diferenciar el crecimiento turístico (número de llegadas) por el desarrollo turístico (el turismo entendido como medio para el bienestar socio-territorial).
Es alentador saber que aún estamos a tiempo de invertir la fórmula. A pesar de que un cambio de dirección de la gestión y planificación turística de cualquier destino no es una tarea sencilla ni inmediata, los destinos con los que Sien Consulting trabaja, son conscientes de que la cantidad no es equivalente a la calidad, y su propósito es conseguir un modelo equilibrado y sostenible.
Además, la Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030, los Planes de Sostenibilidad Turística en Destino, la Declaración de Glasgow sobre la Acción Climática en el Turismo o el Manual para la adaptación de destinos al cambio climático publicado por Turisme Comunitat Valenciana, proporcionan a los destinos información fiable, herramientas, iniciativas y buenas prácticas para que puedan ser incorporadas en sus modelos.
Ejemplo de ello es el Gobierno Balear cuya iniciativa se basa en limitar el número de visitantes en momentos puntuales. Igualmente, destinos como Barcelona o Sevilla están utilizando herramientas digitales para mejorar la gestión de los flujos de visita. Y, en casos extremos, como en Venecia, se retoma el plan de cobrar una tasa turística a los excursionistas, es decir, aquellos visitantes que no pernoctan.
Probablemente, extrapolar las problemáticas de estos destinos icónicos al resto de destinos sea exagerado, pero en la mayoría de los espacios turísticos, o hay periodos de concentración puntual (festividades y eventos) o estacionales (en época estival para disfrutar de las playas o en época invernal para practicar esquí). Por tanto, gestionar los flujos de los visitantes en todos los espacios es indiscutible.
Igualmente, los responsables turísticos deben ser proactivos, establecer estrategias acordes a las necesidades y, sobre todo, entender que el turismo, gestionado eficiente y transversalmente, es una herramienta que promueve el bienestar económico, territorial y social. Así pues, la gestión y planificación turística espontánea junto con la fórmula “cuánto más mejor” deben establecerse como estrategias del pasado.
No es de extrañar que este año el lema de la Organización Mundial del Turismo (OMT) sea “repensar el turismo” y que Zurab Pololikashvili, secretario general de la OMT, invite a los actores del ecosistema turístico a “reflexionar y replantear lo que hacemos y cómo lo hacemos”.
Incluso, desde las artes escénicas, y con una mirada crítica, también se solicita un replanteamiento, donde el cineasta Álex de la Iglesia, en su película Veneciafrenia, exhibe como un grupo de turistas españoles se ven obligados a luchar por salvar sus vidas ante unos venecianos que toman medidas drásticas para proteger su ciudad del turismo. Esperemos que, en este caso, la realidad nunca supere a la ficción.
*Imágenes de Dean Moriarty y katermikesch en Pixabay
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Sien Consulting nace con la misión de acompañar a los destinos turísticos en su transformación inteligente, digital y sostenible.
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